martes, 9 de abril de 2013

La patente número 2.597.820

Tráiler de Rumbo (1948)


Rumbo (Ramón Torrado, 1949) es una película de argumento andalucista como tantas otras. La hacen memorable el bautismo de la protagonista -Dulce Nombre - y su tráiler. Éste muestra a un grupo de muchachas ataviadas con bata de cola bailando unas sevillanas. El locutor nos hace notar que hasta este mismo momento la española alegría y el salero andaluz se han visto mermados en su representación cinematográfica por… la ausencia de color. La imagen muta entonces y explota en añiles y bermellones: los de las batas de cola, el cielo, el Guadalquivir y las casetas de la Feria de Abril. “¡El cine español obtiene su propio color español!”, proclama el locutor.

El paliativo tiene el sonoro nombre de Cinefotocolor, la invención de Daniel Aragonés, un ingeniero y empresario catalán que se había asociado en el ocaso del cine silente con Antonio Pujol. Juntos constituyen la marca Aragonés y Pujol, la sociedad a cuyo nombre se crea el laboratorio Cinefoto. Además de revelados y tiraje de copias “con máquinas automáticas” en 1933 anuncian servicio de doblaje mediante el sistema Visatone, con patente Marconi Wireless Telegraph. En 1934 los dos socios viajan a Berlín y, al año siguiente, a Estados Unidos para conocer los últimos avances. Aragonés ingresa entonces en la Society of Motion Picture Engineers. Fruto de estos viajes son una serie de cambios en el laboratorio, desde la refrigeración y calefacción de los baños para que todos los procesos se desarrollen a temperatura constante a la impermeabilización de todos los suelos con un pavimento magnesiado, pasando por el filtrado del aire para evitar la presencia de polvo, “enemigo máximo de todo proceso fotográfico”. Se incorpora además nueva maquinaria, como la necesaria para el subtitulado y rotulación de películas. Aragonés hace notar las diferencias, no obstante, entre una industria que tira doscientas copias de cada título y la española, que a lo sumo lanza seis. Aun así, concluye: “Nuestra pretensión es que aquí, cuando se quiera hacer una película y se planeen todos los detalles necesarios para llevarla a buen puerto, la cuestión del laboratorio no se convierta en una incógnita, sino que inspire la mayor confianza.

Al comenzar el conflicto mundial Aragonés y Pujol adquieren a una sociedad italiana el laboratorio Fotofilm de Barcelona. Se hacen también con el control de los próximos estudios Trilla, instalados en el Palacio de la Metalurgia, que pasan a denominarse Trilla-Orphea. De este modo, durante la década de los cuarenta y los primeros cincuenta, Aragonés y Pujol se convierten en los propietarios de las principales infraestructuras de producción y postproducción en Barcelona.

En 1945, Aragonés, maquinador infatigable, viaja a Estados Unidos e implanta numerosas novedades en los sistema de procesado de sus laboratorios, lo que le permite tirar en sus instalaciones las copias de Alegres vacaciones (José María Blay y Arturo Moreno, 1948), que, como acabamos de ver, se rueda en Dufaycolor. Esto le induce a emprender sus propias investigaciones para lograr un sistema autóctono, basado, a decir de algunos, en el uso de tintes empleados en la aún próspera industria textil catalana. Habilita para ello una Super-Parvo con la que se rodarán los dos primeros títulos. La Super-Parvo, una cámara compacta e insonorizada está en el mercado desde 1932 o 1933. Aragonés está familiarizado con ella puesto que lleva la representación de los aparatos de Debrie en Barcelona desde 1928. El sistema es similar al que había seguido André Debrie, el inventor de la cámara, para rodar películas en color allá por 1911 con el nombre de Kinemacolor. Se trata, en esencia, de hacer correr la película al doble de su velocidad normal -32 fps en el Kinemacolor, 48 en el Cinefotocolor- y filtrarla alternativamente, a través de un obturador con dos filtros, en rojo/naranja y en verde/azul, “quedando un fotograma de cada dos impresionado por la gama de color seleccionada por cada uno de los filtros”.

Registro de un procedimiento de impresión
de películas cinematograficas en tres colores
por Daniel Aragonés

La ventaja principal del procedimiento es, claramente, económica. El principal inconveniente, aparte de la calibración cromática, es el efecto que los franceses denominan fillage, consistente en que los movimientos rápidos cercanos a cámara quedan desdibujados, “barridos”, con el agravante de que éstas como estelas aparecen en rojo y azul puros. Era un problema al que ya se había enfrentado Oskar Fischinger cuando ideó la cámara para rodar a 72 fps las películas en GasparColor. 

Vistos los inconvenientes que presenta en el rodaje el sistema de fotogramas alternos, Aragonés opta, a partir de Vértigo (Eusebio Fernández Ardavín, 1949), por modificar el sistema de toma de vistas y de revelado. Para solucionar el problema de la doble exposición, decide adaptar una nueva cámara con doble chasis y un único objetivo. Las dos imágenes filtradas se obtienen colocando un prisma en el obturador. En este segundo sistema, solventado el “fillage”, puede darse el problema de que las dos ventanillas no estén exactamente alineadas provocando un molesto efecto de doble imagen. 

Celoso de su invención, Aragonés se niega a patentarla. Registra, eso sí, el procedimiento por el que obtiene copias en color de cualquier tipo de material en blanco y negro. En la oficina de patentes de Estados Unidos consta con el número 2.597.820, registrada en España el 30 de enero de 1948 y presentada en la oficina estadounidense el 25 de enero de 1949. Según este documento, la película permite el tiraje de copias bicolor sobre un único soporte y la misma capa de emulsión, partiendo de un doble negativo convenientemente filtrado. Se eliminan así algunos problemas que surgían durante el tiraje mediante los procesos “bipack”, que emulsionaban la película por ambos lados, eliminando el amarillo y virando una cara en azul o cyan y otra en magenta. Por fino que fuera el soporte, la distancia entre la imagen obtenida en cada cara creaba un molesto efecto de desenfoque.

Las copias se tiran en una positivadora óptica, una Matipo, también de Debrie, convenientemente modificada, y en trenes de revelado estándar con la sola condición de controlar los baños y el color de la luz con la que se realiza el copiado.

Entre 1948 y 1954 se realizaron en España quince largometrajes íntegramente en Cinefotocolor, dos más en blanco y negro con episodios en color por este procedimiento, una película de animación y tres cortometrajes, uno de ellos en un sistema de 3-D ideado también por el equipo de Cinefoto:

En un rincón de España (1948)
Rumbo (1949)
Un soltero difícil (1949)
Érase una vez... (1950)
Vértigo (1950)
Debla, la virgen gitana (1951)
La niña de la venta (1951)
María Morena (1951)
Estrella de Sierra Morena (1952)
Muchachas de Bagdad / Babes in Bagdad (1952)
La hermana San Sulpicio (1952)
Barcelona, templo de amor y de paz (1952)
Duende y misterio del flamenco (1952)
Cante hondo (1952)
Bronce y luna (1952)
Doña Francisquita (1952)
El seductor de Granada (1953)
El duende de Jerez (1953)
El lago de los cisnes (1953)
Todo es posible en Granada (1954)
Tres eran tres (1954)

En esos fotogramas quedó retratada en bicromía la España que se miraba ensimismada en el espejo de Andalucía y la que se quiso o pudo vender fuera. En la primavera de 1948, cuando se pone en marcha la primera producción en Cinefotocolor el país está sometido al aislamiento internacional. Cuando Daniel Aragonés arrincone las cámaras y las copiadoras modificadas ya se han firmado los acuerdos militares hispano-norteamericanos y el Concordato.


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