martes, 9 de abril de 2013

El duende de Jerez



Si en 1952 los rodajes se solapan y las Super-Parvo adaptadas no dejan de consumir celuloide, en 1953 el ritmo baja de modo alarmante. Sólo un largometraje, un cortometraje rodado en un día y el ballet en color de una tercera cinta rodada en blanco y negro hablan bien a las claras de la decadencia del procedimiento. A Daniel Mangrané, principal impulsor del Cinefotocolor desde el sector productivo, le cabe el honor de poner en marcha el último largometraje rodado íntegramente mediante este procedimiento. Desestimada su utilización en Parsifal, en pleno declive del sistema Daniel Mangrané encara su segunda y última película como director entregándose a él en cuerpo y alma. Cuerpo de baile flamenco y alma de danza clásica.

El duende de Jerez es también la última película de Antonio L. Ballesteros en Cinefotocolor. Jaume Picas lo describe como “el hombre que mejor partido ha sabido sacar” al procedimiento. Aunque, añadimos nosotros, seguramente no sea éste su mejor trabajo. En el rodaje de La hermana San Sulpicio ha demostrado su preocupación por la temperatura de color de las lámparas. Cada vez que una se iba gastando aparecían dominantes rojizas incontrolables, sobre todo en los rostros. A raíz de ello, sus broncas con los jefes de producción son colosales. Suele utilizar luz día filtrada para los interiores, en vez de utilizar una luz cálida y colocar gelatinas en las ventanas. No le gusta este procedimiento porque asegura que los filtros terminan notándose.

En El duende de Jerez apenas ha tenido tal problema, por la descompensación notable que hay entre los planos rodados en estudio y los filmados en localizaciones naturales. La película cuenta con 674 planos a rodar en 54 jornadas. De ellos, sólo 43 se ruedan en exteriores. A interiores y exteriores en estudio corresponden 562 y 69 planos respectivamente. Esta elección, eminentemente económica, es causa de un grave desequilibrio visual y, sobre todo, de una desagradable sensación de claustrofobia. Parsifal funcionaba bien porque los escenarios eran siempre paisajes mitológicos, simbólicos o simplemente religiosos. Aquí, los planos de situación de Jerez juegan a la contra, al verse la acción restringida a tres decorados –una calle, la casa del bodeguero y una taberna- que, pretendiéndose realistas, carecen de continuidad y, sobre todo, de la luz y el calor que sí tienen el resto. Frente a ellos, el Olimpo, con su policromía desorbitada, aparece como el motivo más interesante para aplicar la paleta de Daniel Aragonés y así lo reconoce la prensa:“El color (…) aparece, una vez más, confuso, poco nítido, con los contrastes fundidos; solamente parece admisible en las secuencias imaginarias, como la danza sobre motivos mitológicos, ironizados con gracia un poco rudimentaria, al estilo de la revistas en uso”.

Pero el procedimiento está cumpliendo su ciclo y, a partir de entonces, Ballesteros se convierte en asiduo del Gevacolor –Aventuras del barbero de Sevilla, La pícara molinera, Suspiros de Triana, La fierecilla domada, y la escena final de La chica del barrio-, trabajará en una cinta multisistema -Los amantes del desierto- y, a partir de 1958 se pasa al Eastmancolor -Los clarines del miedo (Antonio Román, 1958) y La violetera (Luis César Amadori, 1958)- en un movimiento que es reflejo fiel del decurso de la industria no ya española sino mundial.


El duende de Jerez (1953) 
Productora: S. Huguet – Selecciones Capitolio / Daniel Mangrané (Barcelona) 
Director: Daniel Mangrané. 
Fotografía: Antonio L. Ballesteros. 
Intérpretes: Paquita Rico (Isabel), Conrado San Martín (Burguillos, el duende de Jerez), Ángel Jordán (el profesor Richard Birles), Miguel Pastor Mata (don Enrique), Conchita Ledesma (“Clavelillos”, la bailarina), Tina G. Vidal (doña Luisa, la madre de Isabel), José Manuel Pinillos (don Rafael), Enrique Borrás (Baco), Manuel García (Rafaelito, el hijo de don Rafael), Francisco Albiñana y Fortunato García (cosecheros), Modesto Cid (el mayordomo), Rafael Casáñez (cantaor en la taberna), Teresa Heredia (bailarina) y la voz de Rafael Navarro (narrador).
Color por Cinefotocolor. Normal. 83 min. 
Estreno: Barcelona, Fémina: 23 de noviembre de 1953; Madrid, Carlos III y Roxy A: 5 de abril de 1954.

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