martes, 9 de abril de 2013

Debla, la virgen gitana


El guión técnico se extiende en consideraciones cromáticas. Ninguno de los otros consultados incide tanto en este tipo de acotaciones cuyo sentido parece más el de sugerir ambientes al operador y al director de arte –amén de subrayar el carácter de experimento de la cinta de cara a la obtención de apoyos oficiales- que el de describir situaciones concretas. Un ejemplo tomado del principio del libreto, pues corresponde al décimo segundo plano previsto: “P.G. de un paisaje de Sierra Nevada, cubierto de las suaves luces del atardecer. En un marco de cielo y montañas, la puesta de sol se muestra en todo su esplendor. Los matices bermejos del crepúsculo suavizan la nota violenta que la vegetación pone en el paisaje, hasta lograr filtrarse a oleadas por entre un bosque de pinos, una perfecta conjunción con los rojizos tonos de la tierra". El campamento gitano es “una estampa viva y fantástica con apariencia de polícromo guiñol” y las cuevas se presentan a la vista con una “blancura herida por el verde endurecido de las chumberas, por el color oscuro de la tierra y por el resplandor de las hogueras”. Por otra parte, la prosa lírica en la que están redactados remite a los espectáculos de Quintero, León y Quiroga y los declamadores flamencos que proliferan por los escenarios de posguerra, aquejados de un “lorquismo” asimilado ya a “lo popular”.

A partir de Vértigo, y a lo largo de 1951 Berenguer, codo a codo con Torrado, se especializa en Cinefotocolor. Desde unos años antes, siempre concienzudo, andaba preparando este momento, de modo que en un perfil biográfico de 1948 ya podemos leer: “es un hombre sencillo, modesto y estudioso, que ha viajado por Alemania, Austria y Suiza, al que ahora le preocupa el color” En un plazo de poco más de doce meses rueda cuatro títulos por el procedimiento de Daniel Aragonés. Berenguer se ha fogueado como reportero de la UFA y, ya durante la Guerra, de Laya Films, la productora del sindicato anarquista FAI. Como director de fotografía debuta en el largometraje en 1941 y progresa a ojos vista tras su aprendizaje con Guerner. Sus decorados techados para Nada (Edgar Neville, 1947) y La dama del armiño (Eusebio Fernández Ardavín, 1947), fotografiados desde ángulos bajos y con un gran angular –casi siempre un 25- le dan cierta notoriedad. Sin embargo, poco de esto puede trasladar a sus películas en color. Se arriesga, eso sí, en los claroscuros en las escenas dramáticas y de tensión de Debla o María Morena, apoyado probablemente en la ambición del primer Lazaga. Son dos títulos que se abrochan con un crimen por resolver y el misterio favorece la utilización de sombras sobre los semblantes de los intérpretes y otras lindezas.

En los primeros compases de Debla Berenguer y Torrado organizan una progresión escenográfica y cromática que ilustra el carácter simbólico y fatalista de la historia. Del paisaje natural de la vega granadina que Eduardo pinta se pasa al artificial de las cuevas del Sacromonte, anochecer mediante, en un decorado corpóreo de espectáculo flamenco. En un tercer estadío de abstracción hay que situar el forillo estrellado ante el que Carmelilla cuenta luceros, de un añil denso, el que acabamos de ver en el cuadro de Debla. Castro de Paz y Pena apuntan también la posible influencia de Portrait of Jennie (Jennie, William Dieterle, 1948) en la excusa argumental del cuadro fascinante. Sin embargo, el cuadro que abre y cierra la película pronto se olvida en favor de la relación melodramática establecida entre el pintor, enamorado de su mujer, y el platonismo castísimo que preside su relación con la modelo. En resumen, como el propio cuadro, que presidirá el salón de la casa de Paquita Rico, resulta más interesante como encarnación del estilo pompier del Cinefotocolor que como metáfora del Pigmalión y su modelo.


Debla, la virgen gitana (1951) 
Productora: Selecciones Capitolio – S. Huguet (Barcelona) 
Director: Ramón Torrado. 
Fotografía: Manuel Berenguer. 
Intérpretes: Paquita Rico (Carmelilla “Debla”), Alfredo Mayo (Eduardo Miranda), Lina Yegros (Cristina Álvarez de Miranda), Lola Ramos (Reyes / una favorita de Boabdil), Alfonso Estela (Vicente / Boabdil), Félix Fernández (Miguel, el patriarca gitano), Modesto Cid (Agustín), Fortunato García (el juez), María Severini, Rosa Fontseré, Camino Delgado.
Color por Cinefotocolor. Normal. 92 min. 
Estreno: Madrid, Coliseum: 24 de marzo de 1951.

1 comentario:

  1. MIRIAM LA VIRGEN GITANA
    Autor: Críspulo Cortés
    Santander, España-


    *** Letras por la Paz ***



    *** Versos de la Rosa ***



    Su Miriam es muy gitana

    del Patriarca se camelan,

    San José que es ebanista

    hace que ardan más leña.



    La Virgen lava a su niño

    su padre José se acerca,

    la Mirian le remendaban

    cuando San José la besa.



    Darle calostros a tu niño

    puedo darle mucho más,

    con esos calostros crece

    difundiendo esa bondad.



    La Virgen lava su cuerpo

    San José enjuaga su piel,

    la Virgen le pone ajuares

    su padre lo cuidaba bien.



    Mirian citan a esta madre

    por ser Gitana tan guapa,

    dentro aportan presentes

    sabrosa miel y fragancias.



    La Mirian pario a ese crio

    San José la mira y sueña,

    su mujer sigue guisando

    más tostadas y manteca.



    Su Mirian es un ser puro

    San José el de ajo papas,

    el niño duerme en Belén

    la vida late en la cuadra.



    La Virgen le lava al niño,

    el José ahora le enjuaga

    la Mirian está con Cristo

    cuando San José le tapa.



    Calostro de leche al crio

    puedo darle alguno más

    que con tu leche señora

    le entregas más caridad.



    Autor:

    Críspulo Cortés Cortés
    El Hombre de la Rosa
    19 de noviembre 2016

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